Con las Navidades a la vuelta de la esquina, este mes de noviembre, está estadísticamente demostrado conforme la mayoría de los consumidores tienen muy presente en su día a día una dieta saludable, baja en grasas, pero alta en nutrientes.
Y como no, los panes integrales son los más elegidos en la lista de la compra para tal efecto. Os explicamos las diferencias que existen entre un pan blanco y uno integral.
Básicamente, se trata de la harina con la cual se elabora cada tipo de pan. En el pan integral se mantiene el grano del cereal al completo, es decir, todas las partes del propio cereal: el endospermo, salvado y germen, lo que genera que la calidad nutricional sea superior. Mientras que en los panes blancos, se omiten tanto el salvado como el germen, específicamente los elementos que hacen significativo nutricionalmente al alimento.
Según el BDA (la Asociación Dietética Británica) los cereales con granos enteros contienen un 75% más de nutrientes que los granos refinados. Así pues, el grano entero aporta una notable cantidad de fibra, además de vitaminas correspondientes al grupo B, ácidos grasos esenciales, proteínas, antioxidantes (como vitamina E), y otros micronutrientes, como cobre o magnesio.
A nivel de salud esto se traduce en una disminución del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, al igual que cánceres del sistema digestivo.
Pero además, cabe añadir que los cereales integrales contribuyen a mantener un peso adecuado y un estilo de vida saludable.
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